SANTO DOMINGO. – El nombre de Yadira Morel ha sido sinónimo de sabiduría, determinación y compromiso. Abogada de renombre y experta en temas migratorios, su voz firme y orientadora ha sido una guía invaluable para miles de personas. Hoy, sin embargo, esa voz enfrenta un desafío inesperado: el diagnóstico de alzhéimer, una enfermedad devastadora que lentamente erosiona los recuerdos y la identidad de quienes la padecen.
Tiempo atrás, en una entrevista marcada por su habitual franqueza, Yadira compartió uno de sus temores más profundos: perder la memoria, olvidar el nombre de su hija, esa conexión única e irremplazable que da sentido a sus días. «Ese sería mi mayor miedo», confesó con emoción. Ahora, esas palabras cobran un peso doloroso que pocos podrían imaginar.
El alzhéimer no solo afecta la memoria; roba la autonomía y distorsiona la percepción de la realidad. Es una batalla constante, tanto para quienes lo sufren como para sus familias, que deben adaptarse a la pérdida gradual de la persona que conocen y aman. Este diagnóstico representa el inicio de un camino lleno de desafíos, pero también de amor incondicional y esperanza.
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Rodeada por sus seres queridos, Yadira enfrenta esta nueva etapa con la misma fortaleza que siempre ha demostrado. Su hija, familia y amigos cercanos se han convertido en pilares fundamentales, brindándole el apoyo necesario para enfrentar cada día con dignidad y valentía.
Las reacciones ante la noticia han sido inmediatas y conmovedoras. Sus colegas en el ámbito legal, amigos, y seguidores de su trayectoria expresaron su profunda tristeza y solidaridad. «Es una pérdida para todos nosotros ver cómo alguien tan brillante enfrenta esta enfermedad», comentó un compañero de trabajo.
Yadira Morel ha dejado una huella imborrable en la vida de muchos dominicanos, no solo por su labor profesional, sino por su capacidad de conectar con las personas y entender sus necesidades. Aunque la enfermedad intente oscurecer sus recuerdos, su legado y el amor que ha sembrado permanecen intactos en el corazón de quienes la admiran.
Hoy más que nunca, su historia es un recordatorio de la fragilidad de la vida y del poder del amor y la comunidad en los momentos más oscuros. Mientras Yadira camina este difícil sendero, no lo hará sola: su nación, que tanto la respeta, le acompaña con gratitud y cariño eterno.
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